Avui és la tercera nit que dormo a Barcelona, després de nits fora. M'he aixecat, que sona amb ch i sense i. Què és això de: m'he llevat?, he agafat les dues claus, unides per una arandela. No són meves i quan havia fet uns cinc passos des de la porta en direcció a la botiga paquistanesa però que hi venen productes no només del Pakistan m'he aturat per mirar-les. Les portava a la mà i la mà tancada, en forma de puny. He aixecat el puny, a l'alçada del pit i l'he obert. Les claus jeien, una al damunt de l’altra sobre els plecs de la meva mà de pell tova
.
Quan he entrat a la botiga, a la que hi anava a comprar llet hi havia el dependent que atenia un noi amb un nen als braços. Havia deixat el cotxet de manera que feia difícil el pas. He pensat: “segurament ha pensat que era un moment i que no molestaria”. He passat entre el comprador i el nen, i el cotxet i m’ha sortit [he dit] un bon dia, alegre i ocupant les dues paraules. Bon Dia. No un bon dia (o un hola) d’aquests que he après a dir aquí, quan entro a una botiga, que sembla que no vulgui que em sentin.
[A fines de junio, iba por la vida derrapando. Caminaba(mos) y en medio de nuestro camino nos encontramos un panel que decía: "Vas por la vida derrapando". Mis horas de descanso no eran suficientes, no hacía más cosas que a lo largo de los últimos años, pero me sentia inmersa dentro de un ritmo que antes de vivir en Barcelona, ya hace (a finales de septiembre-principios de octubre hará) 8 años, nunca había llevado. El ritmo de mis células no sé si era el mismo que ahora, pero mi cabeza iba más lentamente. El tiempo invertido en mis desplazamientos era proporcionalmente mucho más bajo. Con el tiempo que ahora necesito para ir al trabajo, podía casi ir del pueblo a Barcelona. Ir un día a Barcelona era una cosa que planeaba. Es una cosa que en el pueblo se planea con tiempo. Ellos no sé si volverán a Barcelona antes de irse para siempre. Esto es la vida.
Hoy es la tercera noche que duermo en Barcelona, después de noches fuera. Me he levantado (no traduzco esta frase porque al traducirla pierde el sentido fonético de lo que transmito) he cogido las dos llaves, unidas por una arandela. No són mías y cuando havia hecho unos cinco pasos des de la puerta en dirección a la tienda paquistaní pero en la que venden productos no sólo del Pakistán me he parado para mirarlas. Las llevaba en la mano y la mano cerrada, en forma de puño. He levantado el puño, a la altura del pecho y lo he abierto. Las llaves yacían, una encima de la otra sobre los pliegues de mi mano, de piel blanda.
Cuando he entrado a la tienda, en la que iba a comprar leche estaba el dependiente que atendía a un chico con un niño en los brazos. Había dejado el cochecito de manera que hacía dificil el paso. He pensado: "seguramente ha pensado que era un momento y que no molestaría". He pasado entre el comprador y el niño, y el cochecito y me ha salido [he dicho] un buenos días, alegre y ocupando las dos palabras. Buenos Días. No un buenos días (o un hola) de estos que he aprendido a decir aquí, cuando entro a una tienda, que parece que no quiera que me oigan.
Y ahora siento que empezaré la semana y este septiembre sin derrapar y ocupando mi espacio y mi voz. Y tu, ¿cómo es el buenos días que dices cuando en un preciso momento pasas de estar contigo a hablar con alguien?]
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