" (...) Quiero hablar ahora acerca de la esencia del crecimiento y del potencial. Mi definición de madurez creciente es la transformación del apoyo obtenido del medio ambiente, en apoyo propio. Un niño recién nacido necesita recibir todo el apoyo del medio ambiente. Después, aprendemos a desarrollar algún potencial para gatear, comunicarnos, producir algunos sonidos. Posteriormente, aprendemos a caminar, a tener amigos, y a otras cosas, hasta que somos relativamente capaces de sostenernos sobre nuestros pies y de emplear nuestros propios recursos, en lugar de recurrir a los recursos del medio ambiente. Ahora bien, cada vez que demandamos (ya sea directa o indirectamente) algún apoyo del medio ambiente, creamos una dependencia. Cada vez que nos negamos a hacer uso de lo que esté en nosotros, perdemos un poco de nuestra libertad.
¿ Qué ocurre si en el proceso de maduración, como niños o como adultos que crecen, nos sentimos frustrados y no podemos, o no queremos, desarrollar nuestros propios recursos? Entonces nos encontramos en un atolladero, o callejón sin salida. No logramos lo que nos hace falta para enfrentarnos al mundo, y así, en ese momento, desarrollamos el carácter. Empezamos a representar papeles, empezamos a manipular al mundo (...). (En los diferentes papeles que representemos -indefenso, matón,...) no estamos dispuestos a recurrir a nosotros mismos y no estamos dispuestos a creer que somos capaces. (...)".
En las sesiones de terapia Gestalt, y durante el proceso, aprendemos a detectar estos momentos en los que seguimos representando los papeles que aprendimos para llegar hasta hoy, y a cultivar la confianza para acudir a nuestros recursos internos para evitar acudir a los externos y creernos incapaces o dependientes. Siempre teniendo en cuenta y amando, a aquel/lla niño/a interior que sigue necesitando una mirada amorosa.
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